Revilla, ''un mirlo blanco''

31.01.2014 14:03
Como si de un actor o una estrella del pop se tratase, Miguel Ángel Revilla ha convocado a un buen puñado de malagueños en la firma de su libro 'La jungla de los listos'. Sus armas, la palabra franca y sin adornos y una credibilidad que lo hacen una rara avis en la escena política.

Nada mejor que escuchar a sus seguidores si se quiere pulsar lo que significa Miguel Ángel Revilla para tantos españoles. "Es un lince hablando", "es el que dice las verdades", "qué listo es, que inteligente", murmuran los señores, señoras, jóvenes y adolescentes que se arremolinan para verle en su primera visita a Málaga.

El cántabro ha firmado ejemplares de su nuevo libro, 'La jungla de los listos', en El Corte Inglés de calle Hilera. Incluso para quienes no podían permitirse los 19'95 euros que cuesta el volumen, se ofrecía solícito para hacerse fotos, repartir autógrafos y recibir saludos cargados de un sentimiento que roza el fervor.

El secreto de esta atracción que no entiende de ideologías ni edades lo verbaliza un señor que observa la escena: "Ven una persona que es un mirlo blanco, y eso no es normal". Y es que es un cuadro completamente atípico el de un político español convertido en fenómeno social, algo que hoy en día puede considerarse un oxímoron en sí mismo.

Revilla, por su parte, se comporta con la misma espontaneidad que exhibe en las intervenciones televisivas que le han hecho popular. "Pero qué guapucos, parecen un anuncio de sobaos de Cantabria", dice a un grupo de críos que le miran sonrientes. En un momento dado, descubre una cara conocida entre el gentío y lo presenta a todos con su característico tono de voz: "Este señor estuvo conmigo estudiando Económicas, es de Marbella, cagüendiez".

Siguen desfilando personas de todo tipo para conseguir su dedicatoria en la primera página. Le dicen piropos a los que responde con gracejo, le confiesan su más rendida admiración y le animan a que siga adelante. Algunos incluso le llevan obsequios como muestra material de su cariño, y uno de ellos desencadena el momento más emotivo de la tarde. Le entregan unos patucos para su nieto, y este sensible 'hombretón norteño' arranca a llorar sin freno. Primero se limpia con el dorso de las manos, luego toma unos pañuelos de papel, y en unos minutos recobra la compostura.

Del llanto a la risa, bromea con un niño de 10 años que quiere fotografiarse junto a él: "Si yo tuviera tus años, me duraba Rajoy un verano. Y a la Merkel la cogía de la oreja", remacha divertido aludiendo a la portada del libro, en la cual la canciller recibe un tirón de orejas del inclasificable político.

Sus 71 años y el hecho de que sigan sin existir las listas abiertas son los condicionantes que, según él, le alejan de optar a presidente del Gobierno. Pero si su poder de convocatoria pudiera usarse como herramienta para aventurar su éxito, sería un rival a tener en cuenta. Alguna jubilada desconfía de que le dejaran, asumiendo que "cuando puedan, se lo quitan de encima también", y otra elucubra sobre el descrédito y los rumores que esparcirían sobre su imagen de hombre honrado y transparente. Revilla se conforma con ver el partido desde la grada -este futbolero ha alabado la dignidad de los jugadores del Rácing tras negarse a jugar contra la Real- y prefiere aportar sus opiniones, esas que le han posicionado como un charlatán incómodo para unos y un ídolo, la voz del pueblo, para otros.

 

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